Ahí está. Ahí lo tienen, ahí sigue estando ese siempre elegante señor de pálida piel paseándose por los townships de Soweto, por los bidonvilles de Port-au-Prince, por las favelas de Rio, con su sempiterno foulard de seda. Siempre tan chic, tan pudorosamente chic como si se encontrara en los Champs-Élysées, o en la Fifth Avenue. O en cualquier corredor de la Université du Québec à Montréal.
Ahí está. Ahí sigue estando Corten para decirnos, a quienes tanta dificultad tenemos para
escucharlos, que aunque los condenados de la tierra no posean todas las respuestas a todas las preguntas (¿quién las tiene?), algo pueden decirnos: algo, mucho tenemos que aprender de ellos.
Ahí está. Corten ha estado, sigue estando, siempre estará del lado de quienes sufren. Esta es, claro, una condición necesaria pero no suficiente para comprenderlos. En cualquier caso, lo que se desprende, modesta, pudorosa y poderosamente, de la enseñanza de Corten es que el único modo de comprender este mundo que nos ha tocado vivir es escuchando a quienes más se esfuerzan por que se tenga en pie.
Ahí está. Ahí estaba. Ahí estará siempre Corten.
Toni Giménez Micó
Université Concordia – Membre du GRIPAL
Credit photo : Ginette Bergeron